Robert Smith es un tipo que a estas alturas se la trae al pairo las burlas en las redes hacia su aspecto. Mientras otros rockstars se arrastran por un escenario, o cantan en playback (ahora se llama a esto "pistas de apoyo"), este tío, a sus 63 tacos, no hace más que agrandar su leyenda, ofreciendo un espectáculo perfecto en todos los sentidos. Llenar el Palau no es tarea fácil, y tras 6 años desde su última visita y una pandemia de por medio, el sold out desde hacía meses dejaba patente que los de Crawley tenían intacta su legión de seguidores. En esta ocasión presentaron cuatro temas de lo que será su próximo LP "Songs of a Lost World", que apuntan a sonidos oscuros de la banda, Alone, con la que dieron comienzo el concierto, And Nothing is Forever, A Fragile Thing, I Can Never Say Goodbye y End Song. El resto de catálogo en el set list fue variado y entretenido, hilando canciones largas con piezas más livianas, haciendo que jamás decayera la fiesta. Ya, en la rec